miércoles, agosto 26, 2009

VLC desde el móvil

VLC (VideoLAN) es el mejor reproductor de vídeos. Y VLC Remote es un mando a distancia estupendo para móviles con Android. Estupendo si consigues que funcione.
Cosas que debes tener en cuenta:
  • Debes tener una versión de VLC superior a la 1
  • En el archivo .hosts (en Windows en C:\Archivos de programa\VideoLAN\VLC\http) debes dar permiso de acceso a la IP de tu móvil. Para ello símplemente hay que escribir dicha IP en cualquier parte del archivo
  • Hay que ejecutar vlc desde la consola de comandos con esta instrucción: vlc --extraintf=http --fullscreen --http-album-art --qt-start-minimized
  • Por supuesto, configurar firewalles, proxies, etcétera
Y si no consigues que VLC Remote se conecte, siempre puedes usar el navegador web del móvil para conectarte al puerto 8080 del ordenador en el que has arrancado VLC (con la instrucción que indicaba más arriba) y controlarlo mediante la interfaz web.

domingo, agosto 16, 2009

Tu risa (Neruda)

Quítame el pan, si quieres,
quítame el aire, pero
no me quites tu risa.

No me quites la rosa,
la lanza que desgranas,
el agua que de pronto
estalla en tu alegría,
la repentina ola
de plata que te nace.

Mi lucha es dura y vuelvo
con los ojos cansados
a veces de haber visto
la tierra que no cambia,
pero al entrar tu risa
sube al cielo buscándome
y abre para mí todas
las puertas de la vida.

Amor mío, en la hora
más oscura desgrana
tu risa, y si de pronto
ves que mi sangre mancha
las piedras de la calle,
ríe, porque tu risa
será para mis manos
como una espada fresca.

Junto al mar en otoño,
tu risa debe alzar
su cascada de espuma,
y en primavera, amor,
quiero tu risa como
la flor que yo esperaba,
la flor azul, la rosa
de mi patria sonora.

Ríete de la noche,
del día, de la luna,
ríete de las calles
tordicas de la isla,
ríete de este torpe
muchacho que te quiere,
pero cuando yo abro
los ojos y los cierro,
cuando mis pasos van,
cuando vuelven mis pasos,
niégame el pan, el aire,
la luz, la primavera,
pero tu risa nunca
porque me moriría.


Pablo Neruda