El toro se llamaba Depravado y sin duda de los cientos de presentes era el único que no merecía tal nombre.
Por si no había escuchado bastante para llegar a la náusea el comentarista comienza a jactarse de lo avanzada que está la tauromaquia: "hasta los años veinte el caballo del picaor no llevaba peto protector. En aquella época los puristas del toreo pensaron que esta armadura acabaría con el arte del toreo pero ha sido al revés, sin el peto sí se habría acabado con este arte por la brutalidad. Hoy en día nos parece intolerable y espantosa la idea de ver al caballo sufrir tales heridas de asta y es por eso que no hay que anclarse en el pasado y hay que aceptar novedades y el progreso."
Quiero pensar que en un futuro no muy lejano, los aficionados al toreo se escandalizarán de pensar lo que en nuestro tiempo se le hace al astado y se felicitarán de haberse adaptado al progreso, la sensibilidad y el buen gusto.
Odio la tauromaquia tal y como se practica hoy en España y me avergüenzo de quienes la consideran un arte.
viernes, mayo 05, 2006
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