Quién imaginaría que sería un presidente de los EEUU, bandera blanca, azul y roja del liberalismo, quien blandiese el puñal de los cien mil millones y asestase el certero tajo.
No me cuesta mucho imaginar al ente neoliberal, mirando apesadumbrado, con los brazos colgando sin fuerza bajo su túnica, exclamando: "et tu quoque Bush fili mi".
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