Hoy toca repaso histórico-científico y como de esto otros saben mucho más y mucho mejor dejaré que sean ellos quienes escriban.
Así pues, se comenzó a especular con las fechas: 16 o 20 de mayo, 9, 19 o 20 de abril, 29 de marzo o 29 de septiembre hasta que en el año 334, el Papa Julio I dictaminó que Jesús había nacido el 25 de diciembre, y punto. No era por supuesto una fecha escogida al azar pues coincidía con las festividades que se realizaban en muchos pueblos durante el solsticio de invierno, esto es durante el retorno del sol en el hemisferio norte.
Con el tiempo, el mítico Padre Invierno o Papá Noel, se confundió con la imagen de Nicolás, un hombre sumamente rico nacido en lo que hoy es Turquía y famoso por su generosidad con los más pobres, en especial con los niños.
Más en este enlace, gracias a Res Pública por el mismo.
La solución que se adoptó en el concilio para corregir esos tres días de más fue mover el equinoccio de primavera del 25 al 21 de marzo. Al mover esa efeméride, se movieron también todas las demás, pasando el solsticio de invierno a producirse el 21 de diciembre. ¡Pero la natividad se siguió celebrando el 25, o sea, hoy!
El lobo rayado también lo cuenta muy interesante.
Dejando al margen la vía para calcular tan preciado día, lo cierto es que la fecha del 6 u 8 de enero -la primera que la cristiandad celebró- tenía mucho sentido ya que, en la Alejandría egipcia (cuna de aspectos fundamentales de la doctrina cristiana), se festejaba con toda pompa el festival de Core «la Doncella» -identificada con la diosa Isis- y el nacimiento de su nuevo Aion, que era una personificación sincrética de Osiris.
Manu nos ofrece este extracto (más amplio, ver enlace) del libro Mitos y ritos de la Navidad.
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