Llevo algún tiempo queriendo escribir sobre la navidad pero no acude la inspiración. No acude pero la navidad sí.
En la adolescencia empiezas a ver las cosas con otra perspectiva y pocas veces te gusta lo que ves desde allí. Así, por ejemplo, la humillación de haber sido engañado en tu más tierna infancia con el rollo de los reyes magos se convierte en estupor al descubrir que son tus propios padres los engañados por los centros comerciales. Luego descubres que papá noel no siempre llevó los colores que lleva ahora, los de una conocida marca de refrescos, y luego, ironías de la vida o confirmación de que el mundo no tiene remedio, otra empresa le devuelve sus ropajes originales. Otro año te cuentan que quien nació el 25 de diciembre no fue jesús sino el sol.
Todas estas revelaciones y alguna más las he enarbolado como enseñas de guerra contra la hipocresía navideña durante años. Ya sabeis lo del consumismo exacerbado, los felices fiestas mecánicos y carentes de significado, los villancicos insoportables, las deleznables galas televisivas y los abominables adornos navideños.
Sin embargo, hace mucho que pasé por la adolescencia y empiezo a ver las cosas, otra vez, desde una perspectiva distinta. Me estoy volviendo, lo sé, más tolerante con la hipocresía. La veo un mal necesario para la vida, como los mataderos de ganado, como sonreírle al jefe.
La familia se reúne en navidad y no es malo que lo haga. Lo terrible es que durante el resto del año no se preocupen los unos de los otros. En navidad damos dinero a las ONG y tampoco es malo. Ojalá se hiciese durante todo el año. Intentamos sorprender a los seres queridos con regalos y qué maravilloso sería el mundo si lo hiciésemos durante todo el año. Hacer cosas buenas y agradables durante la navidad está bien, aunque sea con hipocresía. Lo terrible es dejar de hacerlas el 7 de enero.
Cientos de miles de niños morirán de hambre durante las dos semanas próximas y nosotros no nos acordaremos de ellos mientras nos atiborramos de polvorones. Pero tampoco nos acordamos durante el resto del año (la hipocresía se esconde en los rincones más insospechados).
Por eso digo que la navidad no es mala ni buena. No es peor ni mejor que la feria o los carnavales. Y por eso os deseo a todos, tanto a los que gustais de estas guasas como a los que no, unas muy felices fiestas y próspero años dos mil mmmmmm (sin premio ;P ).
En especial quiero felicitar a una amiga que lleva enfadada conmigo casi un año y que sé que no leerá esto, pero de todo corazón te deseo que algún día puedas disfrutar la navidad con la que sueñas.
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