Si conoceis el libro 1984 de George Orwell (o la película Brazil o el comic V de vendetta o etcétera) podreis imaginar que bajo el dominio de el Gran hermano una ciudadana que entrase en el metro con una mascota canina y permitiese al animalito hacer caquita dentro del vagón sería rápidamente conducida a la habitación 101 (enlace en inglés).
En nuestro mundo el Gran hermano se ha revelado existente pero no controlado por el gobierno siniestro de la ciencia-ficción utópica. En nuestro mundo, concretamente en Corea, la dueña del animal ha sido fotografiada por los viajeros del metro que la rodeaban. Las fotografías han sido difundidas por internet junto al relato de su incívico comportamiento y rápidamente ha sido objeto de retoques, parodias (dog-shit-girl) y exposición pública de sus datos personales. Esta mujer ha sufrido un escarnio público a nivel planetario.
Sin darnos cuenta se ha infiltrado entre nosotros un Gran hermano distribuído: cada uno de nosotros (yo mismo que doy publicidad al incidente) somos una de las neuronas y uno de los dedos del Gran hermano de nuestro mundo. Un Gran hermano sin ideología, que se esconde en el casianonimato de la red y que se diluye en la masa, que no persigue un fin y que tiene, sin embargo, a su alcance contundentes medios para alcanzarlo. Un Gran hermano que no necesita vigilancia centralizada ni agentes a sueldo. Y lo que más me asusta, es un Gran hermano que no puede ser derrocado.
Siempre he pensado que el Gran hermano acabaría imponiéndose de un modo u otro, pero nunca imaginé esta posibilidad.
Visto en lo de Enrique Dans.
viernes, julio 01, 2005
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