Varios catarros gordos más, un médico hijo de puta te mete una canúla en la tráquea. Estas loco, medio ciego y sordo, paralizado y para colmo no puedes hablar. Nadie te pone algo de sedante para ayudarte a morir, que va, te conectan a un respirador y dicen que acabas de nombrar otros 16 obispos del opus, te sientan en tu capilla y una cámara te graba durante un buen rato, sólo la espalda, mejor que no vean tu cara. Eres víctima de tu propio fanatismo. Por fin el 2 de abril tus propias bacterias acaban contigo. Descansa en paz.
Me dicen que hizo cosas buenas y no lo dudo, pero olvidar las malas sería imprudente.
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