Estoy perdiendo el sentido de la realidad. Empieza como una broma y poco a poco se va haciendo más tenue. Inadvertidamente desaparece.
Cuando me aburro juego a imaginar que el mundo es como en las películas.
Un videojuego diseñado en el futuro en el que unos entes dotados de inteligencia artificial (yo) interactúan con los verdaderos seres humanos. Cualquier humano percibe que faltan colores, que las líneas rectas son demasiado rectas y que la mayor parte de los personajes carecen de inteligencia e iniciativa, a lo sumo responden una y otra vez la misma frase si se les pregunta. Pero yo no soy humano y siempre he existido en este mundo. No puedo aprehender su artificialidad.
Tal vez, es un decorado. Soy un ser humano real rodeado de actores. Cuando se relacionan conmigo fingen sus emociones (muchos sobreactúan y otros lo hacen pésimamente). Mi mejor amigo era el encargado de hacerme creer que no existen paredes. Usaba psicología inversa y casi le funciona. Me decía que hay otros mundos, que la realidad es subjetiva y yo me aferraba al materialismo sensible. Ahora que he aceptado sus hipótesis mis amistades han cambiado.
La posibilidad de ser un humano conectado a un sistema de realidad virtual me resulta sospechosa y la de vivir el experimento de unos alienígenas que cada noche me borran la memoria y me implantan recuerdos distintos me desvela. Quizás fui un androide viviendo su sueño de alcanzar el destino de Pinocho.
Pero si el mundo real es uno de esos mundos ficticios ¿por qué me dan pistas en forma de películas?¿Más psicología inversa?
Al menos me consuelo pensando que si este mundo que habito no es real, el otro, el que probablemente sí lo sea, no conocerá el odio y la locura, la enfermedad y el hambre, el desamor y la soledad.
Me gusta imaginar que no hay nada por lo que matar ni morir.
martes, septiembre 14, 2004
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