La única forma de justificar la fe en un dios (cual sea) es mediante su palabra recogida en un libro sagrado.
Ahora bien, sobre la existencia de un dios existen dos opciones:
- ese dios existe y escribió o inspiró el susodicho libro sagrado, en cuyo caso habremos de tener en cuenta el contenido del libro; o
- ese dios no existe y el libro sagrado no lo es en absoluto por lo que su contenido no será más que un compendio de sinsentidos.
(Aquí los lectores creyentes deberían aplicar esta receta a otras religiones primero y a la propia después).
Por lo tanto, y conviene exponer el razonamiento sosegadamente, quizás incluso repitiendo las dos opciones, por lo tanto, digo, primero habría que demostrar la existencia del tal dios para así determinar la validez del libro. Concluyendo que no se puede usar un libro sagrado para demostrar la existencia de un dios.
lunes, diciembre 27, 2010
lunes, diciembre 06, 2010
La navaja de Ockham
Descartes dudó de todo menos de una cosa: "como estoy pensando, es indudable que existo pues de otra forma no podría pensar". Era lo que se conoce como "duda metódica", la duda usada como instrumento filosófico.
Luego mucha gente con más imaginación que sentido común comenzó a dudar de todo por vicio. "Como sabemos que los sentidos nos engañan en algunas ocasiones, no podemos saber si la realidad es real o si es un sueño, el resultado de una droga o el encantmiento de algún ser mágico". Durante mucho tiempo esta duda generalizada representó un auténtico problema epistemológico. Hasta el siglo XIV, en el que llegó Guillermo de Ockham con su navaja.
Se plantó Guillermo frente a uno de estos filósofos que decía antes y sacó su navaja. Señalándole dijo: "te voy a dar un tajo en la yugular y si los sentidos nos engañan no morirás" a lo que el amenazado no respondió mas que huyendo cobardemente.
Así aprendimos a distinguir a los filósofos de la palabrería vacua y a los filósofos de verdad.
Nota 1: Ningún filósofo fue dañado durante la realización de este post. El autor de este blog no puede asegurar que Guillermo de Ockham no acuchillase a más de uno.
Nota 2: Este post es una dramatización de lo que realmente es la navaja de Ockham, aunque ¿quién sabe?
Nota 3: Gracias a Ockham sabemos que el universo no es tan complicado ni tan romántico como algunos charlatanes nos cuentan.
Luego mucha gente con más imaginación que sentido común comenzó a dudar de todo por vicio. "Como sabemos que los sentidos nos engañan en algunas ocasiones, no podemos saber si la realidad es real o si es un sueño, el resultado de una droga o el encantmiento de algún ser mágico". Durante mucho tiempo esta duda generalizada representó un auténtico problema epistemológico. Hasta el siglo XIV, en el que llegó Guillermo de Ockham con su navaja.
Se plantó Guillermo frente a uno de estos filósofos que decía antes y sacó su navaja. Señalándole dijo: "te voy a dar un tajo en la yugular y si los sentidos nos engañan no morirás" a lo que el amenazado no respondió mas que huyendo cobardemente.
Así aprendimos a distinguir a los filósofos de la palabrería vacua y a los filósofos de verdad.
Nota 1: Ningún filósofo fue dañado durante la realización de este post. El autor de este blog no puede asegurar que Guillermo de Ockham no acuchillase a más de uno.
Nota 2: Este post es una dramatización de lo que realmente es la navaja de Ockham, aunque ¿quién sabe?
Nota 3: Gracias a Ockham sabemos que el universo no es tan complicado ni tan romántico como algunos charlatanes nos cuentan.
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