viernes, marzo 03, 2006

Felicidad

Robert Sapolsky: (...)Si fueras un mamífero normal y tuvieras una sensación de emergencia, sería porque alguien te intenta devorar o bien porque eres tú el que intentas devorar a alguien; y porque estarías corriendo para salvar tu vida por la sabana. ¡Todo lo que hace el cuerpo en estas circunstancias es fabuloso! Se segregan un montón de hormonas de estrés, que le aportan energía al torrente sanguíneo para que los músculos funcionen mejor; aumenta el ritmo cardiaco; aumenta la tensión arterial; se cancelan todos los proyectos de construcción a largo plazo, porque la lógica es que, si un león te persigue, no es el momento de alcanzar la pubertad u ovular, mejor dejarlo para otro momento. Se paraliza el crecimiento, la digestión, la reproducción...

Eduard Punset:
¡El sexo! [Simultáneamente]

Robert Sapolsky:
¡Exactamente! Mejor producir esperma en otro momento, no cuando corres para salvar la vida. Todo esto tiene muchísimo sentido si tienes estrés como lo tienen los mamíferos normales, porque se trata de un breve período de terror físico absoluto. ¿Pero qué hacemos nosotros? Vamos y lo activamos pensando que está desapareciendo la selva tropical, que está desapareciendo la capa de ozono, que el planeta se está calentando, o que todos moriremos algún día. Y activamos exactamente la misma respuesta de estrés. Y la clave de todo este campo es que, si lo activas de un modo crónico, por motivos puramente psicológicos, te hará enfermar, porque el sistema no ha evolucionado para esto.




Robert Sapolsky:
¡Lo es! Antes hablábamos de la dopamina. La dopamina tiene que ver con el placer, se creía que, cuando consigues una recompensa, esta parte del cerebro segregaba dopamina… resulta que esto es un error. No se trata de la recompensa, sino de la anticipación de la recompensa. Puedes entrenar a una rata de laboratorio para que, cuando se encienda una luz en la jaula, deba presionar cinco veces la palanca para conseguir comida. La primera vez que la rata obtiene la comida, sube la dopamina. Pero al cabo de un tiempo, ¿cuándo sube la dopamina? No cuando la rata consigue la comida sino cuando se enciende la luz.

Eduard Punset:
¡Como Pastora!

Robert Sapolsky:
¡Exactamente como Pastora! Porque la rata está ahí pensando: «¡Esto es genial! ¡Genial! Conozco esa luz, sé dónde está la palanca, puedo alzarla, esto será fabuloso, puedo hacerlo, ¡todo está controlado!» Todo reside en la capacidad de anticipación, ahí es cuando sube la dopamina. Mira, recuerdo un amigo mío de la universidad que tenía una de las visiones más cínicas del mundo, pero que encaja con esto hasta cierto punto, solía decir: «una relación es el precio que hay que pagar por haberlo deseado tanto».

Eduard Punset:
Una relación estable

Robert Sapolsky:
Sí. Es como… si ya supiera lo que hacía la dopamina. Pero hay algo incluso más interesante que se descubrió en un estudio fantástico hace un par de años. Muy bien, la rata presiona la palanca y ahora obtiene la recompensa, todo igual, sólo que ahora hacemos algo diferente. En lugar de facilitar la recompensa una vez se ha hecho la tarea, ahora hace la tarea y consigue la recompensa sólo un 50% de las veces.

Eduard Punset:
Ya veo…

Robert Sapolsky:
Se introduce cierta incertidumbre. Y lo que se observa es que, ¡justo después de presionar la palanca, hay un aumento de dopamina como nunca antes se había visto, en la química cerebral, justo hasta el momento en el que la rata descubre si consigue o no la comida! Es decir: cuando se incorpora la dosis justa de «quizás», es incluso mejor que cuando se trata de «¡ahí viene sin duda!»

Eduard Punset:
¡Dios mío!

Robert Sapolsky:
Lo que hay que hacer, según demuestran estos estudios, es mantenerlo justo sobre el 50%. Con un 25% ó 75% no se consigue un aumento tan grande de dopamina. Si se llega justo a este punto de incertidumbre, el cerebro dice: «¡esto será genial! ¡Ahí viene! No, ¡tal vez no venga! No lo sé; ¡pero hoy me siento afortunado...!» Es mera anticipación. La gente que estudia el estrés, la psicología del estrés, siempre recalca que si sientes que no tienes control, te sientes muy estresado. ¡Pero hay un contexto, sin embargo, en el que tener poco control, las máximas leyes de la imprevisibilidad, sienta genial! ¿Cuál es la diferencia? ¡Porque en este contexto te sientes optimista! Lo percibes como un entorno benévolo. «Posiblemente todo saldrá bien, y si no es esta vez será la próxima...» y ese «quizá» es tal vez lo más increíble que te puedas imaginar. Cuando salió este estudio, se comentó cuánto nos ayuda esto a entender la adicción y el juego...


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