Durante las tres o cuatro horas que he podido atender la comparecencia de Jose María Aznar en la comisión de investigación del 11-M no ha parado de mear fuera del tiesto y de lanzar balones fuera. Y se lo están permitiendo.
Quienes tienen que preguntar tenían dos opciones:
- Centrarse en la investigación y hacer las preguntas pertinentes sin sacar conclusiones ni hacer insinuasiones que todos conocemos y algunos niegan.
- Cebarse con el energúmeno del bigote.
Aznar ha trascendido el estatus de estadista mundial y ya vuela como maestro de maestros, por méritos innegables. Los sofistas a los que Sócrates se enfrentaba eran bebés de pecho comparados con el nuestro. Qué habilidad para decir blanco diciendo negro. Realmente inmejorable.
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