miércoles, septiembre 15, 2004

Agresiones gratuítas

d33p contaba la agresión sin sentido que sufrió hace una semana (primero aparecen los comentarios y luego la historia). Al hilo de un comentario que le hice me dijo que le interesaba conocer las agresiones de este tipo que he presenciado y ahora me dispongo a contarlas.

Lo cierto es que no me agrada la idea, todas estas historias me hunden un poco más en la crisis existencialista, pero quizás sirva para que quienes sufren la impotencia de ser agredidos sin motivo comprendan que no es culpa suya. Esto es una lotería macabra: al que le toca, le toca.

1º) Semana santa. Año... no se, quizás 1996. Debía ser el jueves santo o el domingo de ramos porque todo el mundo iba muy arreglado. Plaza de la Gavidea abarrotada como sólo se abarrota el centro de Sevilla en semana santa. De la nada aparecen 15 niñatos malvestidos de entre 11 y 16 años que rodean a un grupo de tres chavales enchaquetados. Sin mediar palabra les empujan, les pegan y una de las víctimas cae de espaldas. El mayor de los agresores salta en vertical y cae pisando su pecho. Alrededor todos miran, murmuran y alguno señala con el dedo, pero nadie hace nada. Los niñatos se van como llegaron.

2º) Otra semana santa de otro año. A la vuelta de la juerga nos quedamos en unos bancos de mi barrio charlando los amigos. Oímos unos golpes que en el silencio de la madrugada resuenan por las fachadas de los edificios. Vemos dos figuras erguidas y una acurrucada en el suelo. Uno le está propinando patadas a otro que trata de protegerse las zonas más sensibles. El tercero se mueve alredor de la escena tratando de buscar la posición desde la que no perderse detalle. Un taxista se detiene (aún queda gente valiente) y los separa. Mientras, nos hemos ido acercando y resulta que los agresores son conocidos nuestros (no amigos ni colegas, sólo conocidos... del barrio).
- illo, ¿por qué le estabas dando?
- porque hace un rato traté de robarle el reloj a un capullo y se me escapó. Y con el cabreo he cogido de punto al primero que se me ha cruzado.
La situación fue más esperpéntica y lamentable de lo que puedo describir.

3º) Hará 5 ó 6 años. Una pareja amigos de mi hermana salen del Café Madrid después de tomar algo y jugar unas partidas de billar. Aunque la calle Sierpes está permanentemente vigilada por policías durante todo el día (calle turísitica en el centro) por la noche no merece la pena gastar impuestos en vigilarla. Esta pareja sale del bar y 20 metros más allá un palo salido de la nada se estrella en la cara de él. Un pié lanzado contra la barriga de ella le hace retorcerse de dolor. A continuación una lluvia de patadas y palos les envía a ambos directos al hospital. ¿Qué ocurrió? Él lleva el pelo largo y una cazadora de cuero. Ella no lleva vestidos caros y zapatos finos. Los cobardes eran un grupo de skin-gilipollas que les atacaron por la espalda sin siquiera decir aquí estamos.

4º) El Prado. 40 autobuses listos para llevar a 2000 universitarios a Madrid para expresar nuestro rechazo a la L.O.U. Aparecen, como siempre en grupos organizados y de la nada, como verdaderos cobardes, un grupo de skin. Rodean al primero que encuentran y lo masacran a golpes. Esta escena es la más lamentable de todas porque dosmil tíos que estábamos mirando no hicimos nada. Sólo dos skin-reds (la versión skin-head de izquierdas) se atrevieron a hacerles frente. Cogieron posición entre dos autobuses aparcados y pusieron en fuga a la media docena de malnacidos imbéciles que saludaban al cabrón, enano y acomplejado con bigote (no me refiero a Ánsar) que lleva muerto 59 años.

5º) Un tío mío, de unos 45 ó 50 años. Tomándose unas copas con un amigo en una taberna en las afueras. Un grupo de feriantes (de los que recorren los pueblos con las atracciones de feria) están armando jaleo, gritando y golpeando las mesas. Mi tío les pide que no lo hagan y se ensalzan en una discusión. No ocurre nada más hasta que mi tío y su amigo salen. Les cogen en una explanada, le dan una paliza y después, por si seguía vivo, le meten la cabeza en un pilón de agua. Por suerte, se cruzó otro de los pocos héroes que quedan. Un camionero que bajó de su vehículo armado con un palo y le salvó la vida, aunque por poco.

Creo que podría contar más historias así si me esfuerzo un poco en hacer memoria. Yo mismo me he librado por los pelos en más de una ocasión. Pero ya tengo bastante para pasarme toda la tarde deprimido :/

Disculpad el mensaje catastrofista. Mañana prometo volver con algo divertido, o alguna crítica a Bush, o las dos cosas :D (hay que reír, porque si no...)

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