viernes, septiembre 10, 2004

Buscando nuevos mundos

¿Dónde deberíamos buscar vida inteligente alienígena? Suponiendo que dabamos buscarla, claro. Pues parece que lo más lógico sería buscar un planeta como el nuestro y ver si emiten radioaciones de origen no natural como las que usamos nosotros en telecomunicaciones o similares.

El problema es que un planeta como el nuestro no es visible a tanta distancia, se use el instrumento que se use. ¿Cómo se han descubierto entonces los planetas extrasolares (situados fuera del sistema solar) que se conocen?

Bueno, lo primero que tengo que aclarar es que esos planetas son tan grandes o más que Júpiter. Pero no penseis que por ser tan grandes sí se ven. Las distancias son tan grandes que cualquier planeta de cualquier tamaño es invisible a nuestros aparatos más sofisticados. La forma de detectarlos ha sido indirecta, es decir, por circunstancias que "sólo" se explican si suponemos la presencia de uno de estos gigantes. Una de esas circunstancias es el movimiento de las estrellas con planetas gigantes de órbitas pequeñas.

Me explico: la estrella atrae al planeta hacia sí con la misma fuerza con la que el planeta atrae a la estrella. Esto puede ser poco intuitivo pero así lo dictó Newton y aún nadie se ha atrevido a toserle al respecto. La manzana atraía a la Tierra con igual fuerza que la que la empujaba hacia el suelo. Pero el efecto de esta fuerza sólo se sentía en la manzana y no en el planeta por la diferencia tan abrumadora entre sus masas. En otras palabras, la fuerza de atracción mutua era suficiente para mover la ridícula masa de la manzana pero insuficiente para mover al planeta. Ahora volvamos a la estrella y su planeta gigante. La masa de la estrella es mucho mayor que la del planeta, pero ahora la fuerza de atracción es suficiente para mover, al menos un poco, a la estrella.

Pensad en el planeta girando alrededor de la estrella y atrayéndola hacia sí un poco. El resultado es que la estrella también describe un movimiento circular (ojo, no alrededor del planeta).
- Entonces ¿es ese movimiento "extraño" de la estrella lo que vemos y de ahí deducimos que debe tener un planeta gigante orbitándolo?

Veo que estás atento, pero no. Ese movimiento tampoco es apreciable desde nuestra posición. Sin embargo la luz de la estrella sufre un efecto curioso como consecuencia de su movimiento de acercamiento y alejamiento a nosotros (si es que el plano de su movimiento no es perpendicular a nosotros, de hecho tenemos que estar en ese mismo plano para poder observarlo). Es el efecto Doppler.

Cuando la estrella se acerca hacia nosotros en su movimiento circular las ondas que emite en forma de luz (entendiendo luz por ondas electromagnéticas) se comprimen y cuando se aleja se dilatan. Y ¿qué pasa cuando una onda luminosa cambia de longitud? Pues que esa luz se ve de otro color. Efectivamente, las estrellas de las que estamos hablando cambian de color hacia un azulado y un rojizo según esté en el movimiento de acercamiento o de alejamiento respectivamente. Claro, que el fenómeno es tan débil que no lo podemos ver a simple vista. Pero por fin tenemos algo que nuestros cacharros pueden detectar.

La secuencia completa sería algo así: encontramos una estrella que periódicamente cambia de color. Pensamos que es porque se aleja y se acerca a nosotros periódicamente y como pensar que lo hace de forma lineal (como un muelle) es absurdo suponemos que en realidad su movimiento es circular. Y esto nos lleva a pensar que tiene que haber una masa bastante grande (un planeta) orbitándola.

Y hemos descubierto un planeta!!! ¿O no?

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